Sí, esta soy yo. Sin filtros (solo con magia).

Mujer, madre, canal, emprendedora, sensible y un poquito bruja. Y sí, también madrugo ;)

🌙 Mi historia no empieza con una escoba… empieza con mi padre

De pequeña pensaba que las brujas no existían.
Hasta que mi padre me enseñó a leer las manos.

Me hablaba de energías, de plantas que sanaban más que la medicina, de señales sutiles que no todo el mundo podía ver.
Me enseñaba “cosas de brujas”  como si sembrara, sin prisa, la magia en mí.

Y mientras otras niñas coleccionaban cromos, yo coleccionaba piedras y huesos de animales. Sí, como lo lees.

Soñaba con mensajes, tocaba la tierra con respeto y hablaba con el viento como quien habla con alguien real.
No entendía lo que me pasaba… pero lo sentía.

Nací en Nochebuena, una noche que siempre me ha parecido mágica.
La noche del silencio cargado, de los portales abiertos, de la intuición que se cuela sin hacer ruido.
Tal vez por eso nunca me sentí del todo “normal”. Y tampoco lo intenté demasiado.

Con los años, perdí el hilo. La vida me arrastró por caminos donde aprendí a exigirme, a desconectarme, a encajar.
Pero la magia, esa que mi padre despertó en mí sin nombrarla, nunca dejó de llamarme.

Él ya no está en este plano… pero sigue presente en cada cosa que hago.
En cada ritual, en cada lectura, en cada piedra que toco con intención.

Mi nombre real es Sara, y vengo de un cruce de raíces potente: soy española, alemana y estadounidense, con sangre indígena Cherokee latiendo fuerte en el fondo.
Un cóctel que me conecta con la tierra, la memoria y lo invisible, aunque a veces me haya costado entenderlo todo.

Elegí llamarme Arkana porque encierra dos mundos que son uno:
los Arcanos del Tarot, que revelan lo oculto,
y la palabra arcanum, que en latín significa secreto, misterio, lo que está velado.
¿La “K”?
Tuve mi época punki, donde todo iba con K. Y mira… ahí se quedó.
Porque la rebeldía también es una forma de hacer magia. Además, en Alemán arcanos es arkana... ¿cómo no usarlo?

Y ahora, mis hijos también crecen rodeados de este mundo.
Sienten la energía, intuyen, preguntan, canalizan. Y lo hacen con una naturalidad que a mí me costó años recuperar.
Supongo que crecer en una casa sin tabúes sobre lo invisible hace su propia magia.

Hoy soy Arkana.
Canalizo, acompaño, leo, limpio, escucho, sostengo. Trabajo con el alma.
Uso el tarot, el péndulo, la mediumnidad, la hipnosis, los cristales, las plantas, los rituales… pero sobre todo, uso mi presencia y mi verdad.

Porque sí: las brujas y los brujos existen.
A veces llevan barba y te enseñan a leer la palma con un vaso de cacao al lado.

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